La miel es uno de los productos naturales más valorados en todo el mundo. Su sabor dulce, su versatilidad en la cocina y sus propiedades nutricionales y medicinales la convierten en un alimento muy apreciado. Sin embargo, no todo lo que parece miel realmente lo es. Existen imitaciones en el mercado que pueden engañar a los consumidores y poner en riesgo su salud. Por eso, es importante conocer las características de la miel verdadera, saber cómo almacenarla correctamente y aprender a consumirla de forma responsable.
Para despejar dudas comunes, el medio BioBioChile conversó con Carol Acevedo Salinas, ingeniera en alimentos, apicultora y vicepresidenta de la Federación Gremial Red Apícola Nacional de Chile, quien entregó valiosa información para distinguir la miel auténtica de los sucedáneos que inundan el mercado.
¿Cómo luce realmente la miel?
Una de las primeras dudas que suele surgir es sobre la apariencia de la miel. ¿Debe ser siempre ámbar y líquida? La respuesta es no. Según Acevedo, la miel puede tener una gran variedad de colores, desde tonos blanquecinos hasta marrones muy oscuros, casi negros. Esto depende del tipo de vegetación de la que las abejas obtienen el néctar, por lo que cada zona y cada año pueden ofrecer mieles diferentes en color, textura y sabor.
En cuanto a la consistencia, la experta explicó que esta se relaciona con la proporción de glucosa y fructosa en la miel. Algunas mieles son más líquidas y otras tienden a cristalizar y volverse más firmes. Esto no significa que una sea mejor que otra, ni que la miel cristalizada esté en mal estado; al contrario, puede ser una señal de que se trata de un producto natural no procesado.
Mieles falsas: ¿cómo identificarlas?
Un problema cada vez más frecuente es la venta de productos que imitan la miel, conocidos como sucedáneos. Estos pueden estar elaborados con azúcar, glucosa, jarabe de maíz y hasta con aromas artificiales. Acevedo subrayó que, legalmente, solo puede llamarse miel a un producto que tenga exclusivamente miel como ingrediente.
Por eso, recomienda leer detenidamente las etiquetas. Si en la lista de ingredientes aparece algo distinto a «miel», entonces no se trata de miel pura. Además, un envase de miel real no debería tener sellos negros, que suelen advertir sobre altos niveles de azúcar u otros componentes.
Lamentablemente, no existe una prueba casera confiable para saber si un producto es miel auténtica. “No hay forma simple de identificar si un producto es miel o no… desafortunadamente en este país aún no tenemos una analítica instrumental”, explicó la especialista. Por ello, la mejor opción es comprar directamente a apicultores, quienes además de producir miel, cumplen un rol clave en la polinización y cuidado del ecosistema.
¿Cómo almacenar la miel correctamente?
La miel es un alimento muy estable y, si se conserva adecuadamente, puede durar muchos años sin echarse a perder. Acevedo recomienda almacenarla en un lugar seco, sin luz directa, sin humedad y a temperatura ambiente, sin necesidad de refrigerarla.
Un error común es usar cucharas mojadas para sacar miel del frasco, lo que introduce humedad y puede deteriorarla. También se desaconseja calentar la miel para volverla líquida, ya que el calor excesivo destruye parte de sus propiedades nutricionales. Por eso, se sugiere consumir miel cruda, es decir, sin calentar ni procesar.
En cuanto a los envases, los de plástico sí son aceptables, siempre que estén en buen estado, sin grietas. Y sobre el uso de cucharas metálicas, Acevedo aclaró que no afectan la miel si su contacto es breve.
Beneficios y precauciones al consumir miel
Aunque contiene azúcares, la miel no es igual al azúcar refinado. Su composición natural le otorga nutrientes y propiedades que el azúcar común no tiene, y además, el cuerpo humano la metaboliza de manera diferente. Aun así, se debe consumir con moderación.
Un aspecto importante a considerar es que la miel no debe darse a niños menores de un año, debido al riesgo de botulismo infantil. En ellos, el sistema digestivo aún no es capaz de eliminar algunas bacterias que podrían estar presentes de forma natural en la miel.
Por otro lado, las personas que sufren de diabetes y están acostumbradas a consumir pequeñas cantidades de miel real podrían verse afectadas si ingieren sucedáneos que contienen azúcares añadidos. “Podría tener un problema médico”, advirtió la especialista.
Apoyar a los productores, cuidar a las abejas
Acevedo invitó a las personas a probar distintas mieles, con sus variedades de sabor, aroma y color. También animó a experimentar cocinando con miel como una forma de integrarla a la dieta diaria. Pero sobre todo, destacó que consumir miel auténtica es una forma de apoyar a los apicultores, quienes además de producir un alimento valioso, son aliados fundamentales para preservar el equilibrio ecológico.
En resumen, la miel es mucho más que un endulzante: es un producto natural, diverso y beneficioso, que requiere ser protegido tanto en su producción como en su consumo. Apostar por la miel verdadera es apostar por nuestra salud… y por el planeta.